Si estos reflejos persisten más allá del primer año pueden interferir en el desarrollo motor posterior, el funcionamiento visual necesario para la lectura, la coordinación oculomanual necesaria para la escritura y las habilidades perceptivas.

Su presencia fuera de la cronología descrita aporta evidencia de la inmadurez en el funcionamiento del sistema nervioso central que puede suponer un impedimento para el aprendizaje. También pueden implicar problemas de comportamiento como dificultades de concentración, frustración y pobre control de la impulsividad.